Segunda prueba de amistad con Daniel pasada con nota.
Después de una noche de marisco y pescado tocaba una comida de carne para compensar.
Y la verdad es que la idea de que fuera una sesión de caracoles fue todo un puntazo, hacía años que no los comía, pero fuimos a comer a uno de los restaurantes más importantes de España en la realización de caracoles.
Nada más llegar lo que a mí me tenía fascinado es que parecía que fuéramos a una tienda del corte inglés el día de las rebajas a la hora de abrir más que a un restaurante. El restaurante tiene 2 turnos de comida, el primero a la 1 el segundo a las 3. Aunque salimos a las 3.25 y nadie nos dijo en ningún momento que nos levantáramos ni mucho menos.
Esta foto de Lluis y Elena fue tomada sólo para ver la gente en la puerta esperando, sinceramente soy incapaz de entender como se gestiona un restaurante de 150 personas entrando de golpe sin que la gente espere.
Pero bueno, una vez pasamos la cola del mercado que digo yo, nos sentamos en un mini reservado donde habían tres mesas de 4 y una mesa imperial de 14 personas donde nos ofrecieron la carta (varias páginas) las recomendaciones del día y una carta de vinos muy extensa.
La carta:
La carta de vinos:
El concepto libreta es algo que a veces se hace cansado de leer, pero se agradece la variedad.
Las opciones del día:
Además de preguntarnos cuantos caracoles queríamos (teníamos reservados 150) y si eran de primero o de segundo.
Al final decidimos hacer los caracoles de primero con alguna tapa más y después un segundo para cada uno.
Aquí teníamos la bandejita!!! Espectaculares!! la salsa estaba espectacular.
Así estaban los platos, llenitos de caracoles!!!!
Y así acabo la bandeja!!!! No quedo ni uno!!!
Además de los caracoles y como no podía ser de otra forma estando con Daniel pedimos jamón y pan con tomate.
También pedimos un plato que nunca había probado “carpaccio de cabeza y pies de cerdo” la verdad es que estaba muy bueno.
Y yo tenía antojo de comer robellones que aún no había comido este año y aunque es difícil de encontrar suponía que estarían buenos y no decepcionaron.
De segundo Elena y yo compartimos una parrillada de carne que tenía pollo, longaniza, cordero, perdiz y una cbuleta. La verdad es que yo la quería para mí sólo pero era demasiado con todos los entrantes que habíamos pedido.
Tanto Dani como Lluis pidieron entrecotte, uno con salsa y otro sin ella. No estaba mal, pero tampoco era más flojito que los entrantes.
El vino era de la zona de monstant, joven y afrutado.
Los postres (como pasa normalmente por desgracia) no estaban a la altura de la comida, eran comprados y de bastante baja calidad.
La recomendación de la camarera: profiteroles era lo único que estaba decente.
El sorbete normal.
El tiramisú congelado
Y el couland era una madalena caliente con helado que es lo peor que se puede decir de un couland.
La cuenta salió por 55 euros por cabeza. Bastante razonable, aunque no nos invitaron a nada y eso siempre me parece un detalle chungo.
Valoración del restaurante:
Local; la verdad es que muy agradable, aunque hubiera mucha gente se estaba muy a gusto, con varios reservados. 9/10
Comida: caracoles y entrantes muy buenos, segundos normales, postres muy mal. 8/10
Servicio: la camarera era muy seca, pero al final conseguimos que se implicara un poco en la mesa, aunque le falto mucha simpatia y empatía con nosotros: 7,5/10
Para la próxima vez, pica pica y caracoles de segundo sin postre y a correr!!!