De vuelta a un senegales, esta vez sólo con Manu y con un ambiente mucho más de bareto.
La verdad es que esta entrada será más breve, pero me gustó el sitio, la comida, el ambiente y la sorpresa final.
El local esta situado justo en frente de la catedral del mar y es un bar de estilo español pero regentado por 2 mujeres senegalesas que lo hacen todo solas, comida, limpieza, etc. La verdad es que el ambiente es del todo informal y familiar.
La carta muy sencilla y asequible, unos pocos entrantes y arroces/cuscus con diferentes guarniciones.
Pedimos cuatro platos, todos recomendados por la propietaria y ninguno decepcionó.
Primero, unas empanadillas rellenas de carne y acompañada de una salsa de concentrado de tomate con un toque picante. (no hay ni comparación entre el picante senegales y el resto de picantes que conozco).
Después unas judías con una especie de morcilla que eran contundentes pero sabrosas. Ni idea que eran típicas de allí.
Como primer plato principal tomamos un cuscus con pollo, que no tenía nada que envidiar a los cuscus que se preparan en marruecos.
Por último nos comimos un arroz con ternera y cebolla que estaba muy rico. Sinceramente el arroz es muy diferente al arroz blanco de un chino o un rissoto, un estilo de arroz más seco pero igual estaba bien conjuntado el plato.
No tomamos postre porque nos entretuvimos con la sorpresa final, entraron 20 madrileños con guitarras (ocupando todo el local) y empezaron a hacer una fiesta!!!!!
De beber tomamos zumos especial, entre ellos el de jengibre estaba espectacular.
De precio no salimos a más de 12 euros por persona, muy bien calidad precio.
Un buen sitio para ir a comer un día al mediodía.
Valoración del restaurante:
Local: 7/10
Comida: 7,5/10 todo casero, sabroso y sencillo.
Servicio: 7/10 como en el bar de toda la vida